Hace meses te escribí pensando que no llegarías a tus 17 años… pero hoy estamos aquí, celebrando tu vida, tu fuerza y tu ternura infinita. Un año más contigo, mi pequeño gran guerrero. 🎉
🌿🎂✨
Mi querido niño viejito 🤍
Quiero escribirte ahora, mientras aún estás aquí,
con nosotros, con tu mirada suave,
aunque tus casi 17 años te pesen en cada paso
y tu cuerpo se vuelva más frágil cada día.
Desde hace tiempo la osteoartritis, o lo que sea que te aqueja,
trata de detenerte… pero no ha podido.
Con tu tratamiento, con nuestra compañía,
has seguido adelante como un guerrero silencioso,
como ese guardián tierno que siempre ha mantenido todo en orden,
a tu modo, con paciencia, con alma de sabio.
Pero desde hace un año, algo cambió.
Tus desmayos, fugaces como sombras,
nos dejan helados y con el alma en vilo.
Los análisis dicen que todo está bien,
pero todos nos susurran lo que no queremos oír:
que es la edad… y que cualquier día…
Y yo no quiero ese día.
No ahora.
No tan pronto,
porque aún no nos reponemos del adiós de tu hermano Baily,
que se fue hace menos de cinco meses.
Aún no sé cómo se vive con esa ausencia,
y ya temo la tuya.
Gracias, mi niño viejito,
por todos estos años
de amor y lealtad pura.
Por hacernos reír con esas patitas cortas
que a veces no daban para el salto,
por jugar con tu hermana mayor
aunque ella fuera tan arisca,
por recibir a cada nuevo miembro con ternura,
como si fueras un padre o madre para todos.
Porque tú, con tu bondad inmensa,
te volviste el centro de esta pequeña familia.
Ahora te veo, ahí, en la terraza,
buscando ese rayito de paz,
ese momento de brisa cálida.
No puedo dejarte mucho por el calor,
pero tú has querido salir.
¿Y quién puede negarte eso que te da alegría?
Un minuto… solo un minuto más…
A veces tu mirada se pierde,
viaja a lugares donde no puedo seguirte.
Pero aún comes, aún te acercas a pedir caricias,
y eso nos da esperanzas,
aunque el dolor se asome,
silencioso, sabiendo que te vas apagando…
Y cuando vienes, pesado y exigente,
buscando nuestra atención con quejidos y manitas,
te decimos en broma que eres un cansino.
Pero hasta eso extrañaré.
Porque son tantas, tantísimas las cosas vividas,
que llenaría páginas y páginas
con los recuerdos compartidos contigo.
Y no puedo.
El corazón no me deja.
Las lágrimas corren por mis mejillas,
y apenas si puedo respirar.
Cuando ya no estés,
nadie secará mis lágrimas con sus caricias suaves.
Nadie sabrá, como tú,
cuando lloro, incluso por una película.
Nadie vendrá a consolarme
con ese amor incondicional que solo tú tienes.
Y te vas alejando…
despacio, sin hacer ruido…
pero llevándote un pedazo de mí contigo.
Dedicado a ti, mi compañero fiel,
mi consuelo silencioso,
mi niño sabio de mirada dulce.
Gracias por cada día, por cada instante.
Cuando llegue el momento de dejarte ir,
mi corazón irá contigo.
Siempre. 🤍
— María F. Rivera
© Todos los derechos reservados.

No hay comentarios:
Publicar un comentario