lunes, 30 de abril de 2012

jueves, 12 de abril de 2012

Aquella mañana


Aquella mañana ella, como tantas otras, se levantó una hora antes de la que debía para ir al trabajo, le gustaba tener tiempo para arreglarse y tomar tranquilamente su café. Miró hacía la cama, donde aún dormía él, y sintió algo extraño en su interior ¿qué era aquello?, pero sin darle más importancia se dirigió al baño, tras la ducha matutina comenzó a arreglarse, al mirarse al espejo no se reconoció, aquella mirada no era la suya, esos ojos tristes no los conocía, esa mueca que quería ser sonrisa nunca la vio. Con voz temblorosa preguntó a la imagen del espejo ¿quién eres? ¿Qué hiciste con mi sonrisa? ¿Dónde quedó el brillo de mis ojos?

     La imagen ahora con sonrisa burlona le contestó: ¿No me reconoces?, soy lo que ahora eres, tu cansancio, tu tristeza, tu desencanto, tus ganas de volar de este lugar.

Ella sonrió con tristeza y entendió la extraña sensación anterior, no sabía cómo, ni en qué momento pero después de 20 años y tantas cosas compartidas, el amor murió. Le miraba pero no le reconocía, no era aquel joven con el que se casó, ella tampoco era la misma chica alegre, se habían convertido en dos extraños.

      Mientras, él se había levantado, preparó café para los dos; (como todas las mañanas) y esperó a que ella entrara a la cocina para tomarlo con él.

      Ella terminó de arreglarse, mientras pintaba sus labios de color carmín, se miró al espejo y sonrió, había tomado una decisión, tras coger su bolso pasó a la cocina y sin tomar la taza que él le tendía se despidió diciendo: “No vuelvas tarde esta noche, hay algo importante de lo que tenemos que hablar”. Cerró la puerta tras de sí y volvió a sonreír pensando " HOY es el principio de una nueva vida"

    El se fue al baño y mientras se afeitaba el espejo le devolvió una imagen que no conocía.  ¿Quién eres?,  preguntó...........


María R. De Movaldi. ©All Rights Reserved


sábado, 7 de abril de 2012

Los ojos del corazón


Los ojos de mi corazón han visto
lo que yo he tardado en ver,
que amigos como vos solo hay uno
y nunca te quisiera perder.


Esos mismos ojos ven
lo que los míos no
que a veces las palabras
dichas o las que no
hacen daño, hieren.


Y no basta un pido perdón.


Los ojos de mi corazón han visto
lo que yo he tardado en ver,
que amigos como vos solo hay uno
y nunca te quisiera perder. 


Este poema lo escribí hace años para un gran y muy querido amigo.




María R. De Movaldi. © All Rights Reserved