sábado, 12 de septiembre de 2020

A tí pequeño desconocido.




Se me encogieron el corazón y el alma como tantas otras veces al ver tu foto en ese post de face, ( que omito aquí por razones obvias) pidiendo justicia para ti, debías tener el mismo tiempo que mi naranjita cuando lo adopté en mayo, pequeño, indefenso y frágil
Ángel mío, desgraciadamente se te cruzó en el camino un asesino en vez de un alma buena que te sacase de la calle y te buscase un hogar como le pasó a mi peque, ¡hay tantas personas buenas por esas calles intentanto ayudar! pero tú no tuviste esa fortuna, ¡que dolor verte así! e imaginar lo que sufriste, las lágrimas caen por mi rostro, y mis niños peludos se acercan a consolarme, aunque el único consuelo sería que quien acabó con tu vida pague por ello, a pesar de que el precio de tu vida es incalculable.
Ahora ya vuelas alto, no sufrirás más, has dejado atrás este mundo de salvajes para llegar a un lugar mejor; quizás allí te encuentres como mis heavencats, mis gatos de cielo, les pido que te cuiden como si fueras su hermano, como si hubieses estado conmigo esos pocos meses de vida que te permitieron vivir.
Ahora ya no eres desconocido, para mi ya tienes nombre, porque te llamé Ángel mio y mientras escribo, la canción que suena es un Ángel como tú, no sé si ha sido casualidad o la traje con el pensamiento.
Descansa y espéranos allí donde siempre amanece.
María F Rivera.

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