martes, 18 de febrero de 2025

Eternamente...


 


 

Mi querido niño,
El de los ojos bellos…

Te has ido, mi amor. Llegaste a nosotros un bendito 14 de febrero,  fue amor a primera vista… o quizás a primera comida, ¿quién sabe? Nos prometiste amor eterno con tu inocente mirada azul cielo, pero nunca dijiste que un día partirías y que seguirías amándonos desde el otro lado del arcoíris.

Nos diste todo lo mejor, salvo algún pequeño disgusto al principio. Pero luego, durante estos tres años, fuiste el gato más bueno y agradecido del mundo. Tuviste la dicha de contar con dos familias que te amaban (aún te aman), y allí donde pasabas dejabas una corte de enamorados. Hasta club de fans tenías: te fotografiaban, compartían tus imágenes con amigos y familiares, incluso te subían a las redes.

Pero, entre todas las personas del mundo, tuve la fortuna de que me eligieras a mí para ser tu madre, tu Karen. Estos tres últimos años, cada minuto a tu lado fue un regalo de la vida, esa misma vida que, con su cruel costumbre, nos arrebata lo que más amamos. Y aquí nos tienes ahora, rotos por tu ausencia.

Tus hermanos te buscan, están tristes, apáticos. No quieren salir al catio porque ya no estás allí arriba, encaramado en vuestra torre, mirando al infinito. Eras tan feliz, te sentías dueño del mundo, y lo disfrutaste con la intensidad de quien sabe que la vida es un instante.

El dolor nos ahoga. Tres años parecen toda una vida cuando el amor es tan grande. Como cuando partieron tus hermanos, esos que ahora te esperan allá arriba. Podrás contarles todo lo que viviste con nosotros, el amor que te dimos. Y aunque ellos, desde el otro lado, ya lo hayan visto, sonreirán y te dirán: “Así tenía que ser”, porque te lo merecías. Y tú les contarás cuánto amor nos ofreciste, como el que hoy nos dejas a nosotros, en cada rincón de esta casa, en cada latido de nuestros corazones.

Te di el último beso, el último abrazo, el pasado 15 de febrero. Y en tu infinita bondad, me concediste un día más, para que no me quedara en la memoria la tristeza de un 14 de febrero.

Vuela alto, mi niño amado. 🌈💙 Y espéranos allá donde siempre amanece.

 

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