martes, 20 de marzo de 2012

Aún hoy podría ser verdad


Cerró la puerta de la casa tras de sí, bajó a la calle y comenzó a caminar sin rumbo, las hojas de los árboles caían mecidas por un suave viento otoñal.
Nada de lo que veía le era ajeno, aunque sus ancianos ojos parecían no reconocer ningún rostro, ningún lugar.
Vagó  por las calles, sin destino, durante horas y horas. Sin nadie que le preguntase si le ocurría algo, si estaba perdido, nadie que le tendiese una mano cuando sus cansados pies le hicieron tropezar y caer. 
Nadie sabe cuantas horas o días pasó acurrucado en aquel rincón al que a duras penas logró llegar, donde ya sin fuerzas pudo refugiarse.
Hasta que aquella pelota cayó cerca de él y la incrédula mirada de un niño vio lo que que los demás no vieron y gritó “¡Papá, papá mira me he encontrado un muerto!”
Al día siguiente un titular en los diarios rezaba así: “Hallado muerto en la calle un hombre de unos setenta años, aún sin identificar” y continuaba la noticia, vestía pijama y zapatillas............
Y en aquella casa vacía, sobre la mesa una tarjeta escrita de su puño y letra, aquella que con tanto esmero preparó para colgarla en su solapa, decía “Padezco Alzheimer, no tengo familia, si me ve vagar sin rumbo por favor ¡AYÚDEME!
 ¿Quién sabe las cosas que pensarían aquellos que le vieron allí?




María R. De Movaldi © All Rights Reserved


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